Los líderes comunitarios. |
El levantamiento armado en contra de los
grupos del crimen organizado, que durante varios años hizo rehenes a los michoacanos, cumple un año tras su
aparición el 24 de febrero de 2013. Debido a la magnitud de la crisis social
que se gestó en la región, municipios cuyos nombres eran desconocidos para el
resto del país hasta la aparición de las autodefensas captaron la atención de
la prensa nacional e internacional: La Ruana, Coalcoman, Tepalcatepec,
Chinicuila, Buenavista, Tancítaro, La Huacana, Aguililla, y Aquila, entre otros.
Los grupos de autodefensa siguen avanzando y tienen
presencia en más de 20 municipios de la entidad. Al llegar a Pátzcuaro, se
encuentran a tan solo 50 kilómetros de Morelia, la capital del Estado.
Más allá de los eventuales festejos que los
grupos comunitarios hagan en honor a su movimiento, es necesario hacer algunas
anotaciones con respecto al saldo y resultados que han dejado las acciones de
las autodefensas.
Sin duda alguna, uno de los primeros éxitos
que tuvieron los grupos de autodefensa, aún antes de cualquier victoria armada
relevante, fue el alzar la voz y dar a conocer la problemática de la región a
la nación y al mundo entero. En verdad que habría sido mayor la tragedia de un
conflicto armado aislado por los medios de comunicación. Al haber acudido a Michoacán
corresponsales de prensa de Alemania, Estados Unidos y muchos otros países más,
al Estado mexicano le resultaría muy difícil el seguir controlando los medios
para minimizar la violencia en la entidad.
No obstante, los mayores logros atribuibles a
los grupos de autodefensa son esencialmente dos: primero, el inicio del
desplazamiento, expulsión, captura o abatimiento de numerosos criminales
organizados que aterrorizaron a los michoacanos y vivían de extorsionarlos. El
cártel de los "caballeros templarios" es el primero en tambalearse y
terminar acorralado no por el Estado, sino por civiles armados. Todo esto
permitió recuperar espacios públicos y tierras de cultivo para devolverlas a
sus legítimos dueños, lo cual ha reactivado la economía sin la ominosa
obligación de pagar cuotas de extorsión a los templarios. El segundo mérito que
tienen los grupos de autodefensa fue el presionar al gobierno local y federal a
que por fin dejaran de lado su tradicional incomparecencia y se pusieran a
trabajar, a hacer los ajustes necesarios para lograr alguna eficacia en la
operación de las fuerzas armadas y policías federales, que, paradójicamente,
habrían de avanzar junto a los grupos comunitarios.
Y así tenía que ser, puesto que si bien es
cierto que solo el Estado tiene el monopolio de la violencia legal, sucede que
en la realidad no hay recursos que alcancen para mantener permanentemente a las
fuerzas del orden patrullando las autopistas, carreteras, caminos y calles.
Tarde o temprano, sale MUY caro mantener semejantes operativos policiacos y
militares, por lo que se vuelve una opción viable el negociar con los grupos de
autodefensa para que ellos mantengan la seguridad local, a cambio de cumplir
con determinadas condiciones de ley, como por ejemplo, registrar a sus
integrantes y sus armas ante la Secretaría de la Defensa Nacional.
A muchos analistas políticos sencillamente no
les agrada nada la idea de que existan grupos de civiles armados operando en el
país, y mucho menos si son tolerados por el gobierno. Estos analistas se
horrorizan al pensar en un Estado que acepta ser desplazado por fuerzas ajenas
a la ley (escrita), además de que vaticinan más caos o se muestran escépticos,
pero esos politólogos NO se detienen a pensar que la causa PRIMERA de tanta
violencia e ingobernabilidad en tierra caliente se debió a un Estado omiso que
faltó a uno de los compromisos más fundamentales en el contrato social de
cualquier nación: garantizar la seguridad pública para los ciudadanos.
Y si a eso sumamos que dentro de la clase política
hay numerosos personajes cómplices del crimen organizado, el panorama no podría
ser peor. Ese fue precisamente el catalizador que permitió una IMPUNIDAD del
crimen organizado a niveles verdaderamente delirantes. El politólogo Lorenzo Meyer lo dijo muy atinadamente: En los últimos sexenios, el que se ha conformado como el peor enemigo del Estado es otra parte del Estado mismo, gracias al avance de la CORRUPCIÓN POLÍTICA, sin la cual los grupos criminales no habrían tenido el alcance que han tenido en distintos puntos del país.
El gobierno presume la captura de cientos de
templarios en los últimos meses, pero la depuración de la clase política es la
gran asignatura pendiente. A la opinión pública mejor informada no le gusta ver
a políticos michoacanos, señalados por las autodefensas como aliados del crimen
organizado, que se toman la foto con el comisionado para la seguridad Alfredo
Castillo o con la titular de SEDESOL, Rosario Robles, como si la crisis en la
región fuera un asunto de sicarios y no de complicidades políticas. Serán puras
acusaciones, pero Jesús Reyna, el otrora gobernador interino, Uriel Chávez e
Iris Vianey Mendoza son solo algunos de los personajes más visibles que deben
ser investigados, pero sin duda hay muchos, muchos funcionarios públicos más
que requieren al menos de un seguimiento.
Por momentos se ha enfriado un poco el
ambiente el Michoacán, pues a pesar de que continúa el avance de los grupos de
autodefensa y que ocupan cada vez más poblados, el parte informativo no arroja
por el momento noticias que resuenen por encima de otras notas como la captura
del "Chapo Guzmán", por ejemplo.
Como sea, hay otro tipo de problemas que se
han discutido con respecto al fenómeno de las autodefensas, como es la posible
infiltración de cárteles rivales de los templarios La fotografía del
comisionado Alfredo Castillo con el jefe criminal Juan José Farías, conocido como "el
abuelo" prendió los focos de alarma entre los analistas que solo ven caos
y desorden en Michoacán.
Primero, no nos debería sorprender que
existan estos intentos de infiltración, segundo, sucede que estos incidentes no
cancelan la causa justa por la que los comunitarios se levantaron contra el
crimen ante la inacción del gobierno. A muchos michoacanos honestos y
trabajadores les secuestraron familiares, les ejecutaron y descuartizaron o les
colgaron a un hijo o a un hermano, los extorsionaron por más de una década, les
arrebataron casas, tierras o cabezas de ganado, les quitaron a sus mujeres y a
sus hijas para ser llevadas a la sierra y ser brutalmente violadas por los
templarios. En todo caso deben investigarse los intentos de infiltración de las autodefensas e impedir que deriven en paramilitares que azoten de nuevo a la región.
Es de suponerse que como los analistas
políticos y periodistas (María Amparo Cassar, Manuel López San Martín, Leonardo
Curzio, Pablo Hiriart y muchos más) NO padecieron toda esta clase de salvajías
criminales, es que siempre exageran con su legalismo y su crítica, sin pensar en
que sencillamente no habían bases reales para un estado de derecho y había que
construirlo a como diera lugar, así sea con las armas en la mano, empuñadas por
el pueblo, el que en todo momento tiene el legítimo derecho de darse el
gobierno que desee. Y la sola aparición del "abuelo" en una foto con el comisionado Alfredo Castillo no cancela la indignación de los miles de michoacanos victimizados por el crimen y su deseo de justicia.
Como sea, se conmemora el primer aniversario de la irrupción de los grupos de autodefensa en Michoacán y en la vida nacional. Gracias a las acciones de los comunitarios, que además guiaron a las fuerzas federales en los operativos conjuntos, es que Michoacán por fin empieza a vivir la paz, ganada con la sangre de sus hermanos. Los sacrificios de Hipólito Mora, José Manuel Mireles, Estanislao Beltrán y miles de michoacanos anónimos, mujeres y hombres, no ha sido en vano. Los criminales están escondidos como ratas y la gente honesta y trabajadora puede seguir adelante con su vida.*
Como sea, se conmemora el primer aniversario de la irrupción de los grupos de autodefensa en Michoacán y en la vida nacional. Gracias a las acciones de los comunitarios, que además guiaron a las fuerzas federales en los operativos conjuntos, es que Michoacán por fin empieza a vivir la paz, ganada con la sangre de sus hermanos. Los sacrificios de Hipólito Mora, José Manuel Mireles, Estanislao Beltrán y miles de michoacanos anónimos, mujeres y hombres, no ha sido en vano. Los criminales están escondidos como ratas y la gente honesta y trabajadora puede seguir adelante con su vida.*
(P.D.: Fasuto Vallejo, ni te cuelgues la
medalla, por que de verdad que estás ahí nada más de florero...)
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